¿Qué debe y qué no debe cambiar en el Perú luego de las elecciones?

SAKI BIGIO
8 min readMay 27, 2021

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por Saki Bigio

Hace pocos días, el economista Hugo Ñopo me pidió mi opinión sobre qué debe y qué no debe cambiar en el manejo económico en el Perú. La respuesta debía ser corta, pero encontré en la escritura, un buen antídoto terapéutico contral la ansiedad propia de estas elecciones.

Respondo la pregunta pensando en el mediano plazo, cinco años, y desde una perspectiva macroeconómica. Sobre políticas particulares, tengo poco que decir y hay excelentes propuestas, por ejemplo, hechas por Videnza Consultores, la Red de Estudios para el Desarrollo, IPE, Grade, etc.

Mis comentarios los vengo pensando hace un tiempo, pero con motivo de las elecciones, tengo los pensamientos más estimulados. Creo que los puntos son novedosos, pero parto por lo esencial.

Mantengamos los pilares macroeconómicos.

Creo que en los últimos 30 años, el Perú logró un milagro macroeconómico. Digo macroeconómico, porque no lo llamaría económico en tanto que no hubo milagro microeconómico que lo acompañe — aunque sería injusto decir que no avanzamos nada en lo micro.

En resumidas cuentas, el Perú logró estabilidad monetaria, bajar su niveles de deuda externa del 60% al 20% pre pandemia, abrirse al comercio internacional y mantener la estabilidad jurídica. Esto, al menos en las estadísticas, nos llevó a los mejores números de nuestra historia republicana. Son políticas aceptadas por la extensa mayoría de economistas, incluso por aquellos con inclinaciones de izquierda.

Profundizo el punto: la estabilidad monetaria ha traído muchísimos beneficios. No sólo hablo del control de la inflación, si no de un tipo de cambio bastante estable que permite a exportadores e importadores conducir sus actividades con menor riesgo. Lo mismo aplíca a la estabilidad financiera; hemos tenido un cíclo crediticio bastante suave. Estos logro tienen nombre y apellido. Se lo atribuyo a la creatividad de mi mentor, Julio Velarde, Presidente del BCRP durante tres gobiernos. El ciudadano de a pie no lo aprecia, pero el Perú ha sido pionero en políticas macroprudenciales que hoy día recomiendan el fondo monetario y el BIS. El manejo de encajes, la introducción de SWAPS, etc, son temas técnicos, pero fundamentales. Lo mismo debo decir acerca de la reacción tan rápida durante el programa reactiva: no hay país en desarrollo con un programa similar en escala y velocidad de ejecución. No se puede replicar un Julio Velarde y algún día tendrá que retirarse, pero sí debemos tratar de emularlo.

El manejo de la deuda externa me parece igual de impresionante: El bajo nivel de deuda pública externa nos permitió ampliar el presupuesto fiscal en el tiempo. Al tener tasas internacionales bajas, cercanas a los de países europeos, el gasto en intereses es pequeño y no impacta la sustantivamente la capacidad de gasto. No sólo eso, una deuda baja es un seguro contra catástrofes y es lo que nos permitió tomar deuda rápidamente a principios de la pandemia. Me hubiera gustado que se tome aún más deuda para programas como el bono familia, pero eso es otro cantar.

Abrirnos al comercio internacional es también otro gran logro. Lo mismo para la estabilidad jurídica, importante para atraer grandes proyectos de inversión que son fuente principal de financiamiento público, y por ende de los programas sociales.

Esto, que es el pilar del mal llamado es el ‘modelo económico’, se debe mantener. Lo digo tajantemente. Debo ser tajante al decir que uno de los partidos no ofrece garantías para esa permanencia.

Pasemos a los puntos un poco más novedosos.

Que continúe el gradualismo.

Otro aspecto positivo del manejo económico es el gradualismo de las últimas décadas. No escucho a muchos analistas hablar de ello, pero es importante. Por gradualismo me refiero a la idea que las políticas económicas en cuanto a impuestos, comercio internacional, tamaño de la empresas pública, fondos de pensiones, han tenido sólo cambios graduales. Eso es importante porque nos permite hacer cambios sin elevar la incertidumbre ni perturbar mucho la estructura productiva existente. Es importante ir aprendiendo cómo reacciona la economía: yo digo que el manejo económico es como los aviones, tenemos que movernos en la dirección correcta, izquierda o derecha, pero sin virar tanto que perdemos el control.

Acá un ejemplo: Yo personalmente pienso que el Estado podría sacar más de la actividad minera. Aún cuando escucho que las regalías son parecidas a las de países en desarrollo, creo que podemos recaudar aún más, y que es lo justo. Creo que también que los contratos mineros no fueron ideales en los noventa. Los gobiernos de Toledo y García elevaron las regalías poco a poco. Eso fue muy inteligente. Mejoró la recaudación, pero el cambio se dio de a poco, de modo tal que fuimos aprendiendo cómo reaccionaba la inversión minera. Se recauda más, pero nadie se espantó.

También hubieron cambios graduales en materia de impuestos a la renta o al IGV o al ESC. Nadie, ni el mejor economista en materia impositiva, sabe bien cuáles son las elasticidades económicas. El que pretenda saberlo es un mentiroso. Nadie sabe en verdad si un cambio va o no a espantar a la inversión privada. Cambios paulatinos, graduales, de 1% en 1% nos permiten entender cuánto podemos estrechar la liga sin romperla — -de ahí debe venir la frase elasticidad que usamos los economistas.

Habiendo concluído con lo que creo que se debe mantener, pasemos a los aspectos que deben cambiar. Me enfoco sólo en dos cambios: la macro de la micro. Me atrevo a dar propuestas sabiendo que hay expertos mucho mas versados que yo en este tema.

Un cambio que necesitan los sectores más vulnerables: Flexibilizar y Descentralizar los Programas Sociales

Claramente, y desde hace dos décadas, la sierra sur y central vota distinto que la costa. Es ahí donde se siente, con mucha mayor fuerza, la falta del Estado. Ello, a pesar de que si creo que hemos tenido grandes logros: en pobreza, anemia y educación, por ejemplo. También hay que entender que la pandemia va a terminar y hay sectores, más allá del sector salud que claramente no tiene capacidad de reacción, que necesitan responder a las demandas del país. La siguiente crisis no será sanitaria, quizás sará un desastre natural. Hay que tener capacidad de reacción.

Vamos al punto concreto: en el establishment, la falta de capacidad de gasto se la estamos atribuyendo sólo a la incapacidad de los Gobiernos Regionales. Sin ser experto, siento que estamos siendo injustos.

Por ejemplo, ¿cuánto de la ejecución se la exigimos a los gobierno regionales? ¿Tienen el capital humano dentro de su burocracia para construir puentes y hospitales? Yo creo que es pedirle mucho: los proyectos públicos regionales o no se aprueban en Lima o si, se ejecutan, se ejecutan mal. Es como si nos hubieramos desentendido de esa responsabilidad.

Claramente no queremos volver al centralismo. Por tanto, creo que tenemos que volcarnos a un sistema donde los Gobierno Regionales (GR) puedan escoger entre un menú de proyectos de infraestructura o proyectos sociales. Por ejemplo, los GR tener capacidad de ir al Ministerio de Educación y pedir más presupuesto para programas de refuerzo escolar. Deberían poder ir a un banco de proyectos de infraestructura y pedir más conectividad o la construcción de puentes. Deberían escoger si quieren un bono adicional con fuentes presupuestales regionales, para al programa juntos por ejemplo.

La propuesta es que ya es momento que los programas sociales funcionen de manera más orgánica, donde las regiones puedan escoger más, y el Gobierno Central ofrezca un menú de opciones. No podemos esperar que el Gobierno Regional de Huancavelica ejecute autónomamente, si no se cuenta con recursos humanos. Eso lleva a la corrupción. Deberían poder decir, este proyecto funcionó en Arequipa, háganmelo aquí.

En cuanto a los programas sociales del gobierno central: estoy convencido que el camino correcto es el ensayo y error, siguiendo las pautas de políticas públicas con evidencia. Esta es una idea de los premios Nobel Abhijit Banerjee y Esther Duflo y consiste en probar la efectividad de ciertos proyectos comparando zonas donde se aplicó y no la política — tal cuál se hace con las pruebas médicas. Podemos y deberíamos lanzar micro proyectos copiando y adaptando los que se han estudiado en J-Pal, un repositorio de datos y evidencia de proyectos. Lo mismo se puede hacer en el Perú: se pueden replicar proyectos que han funcionado en otras partes, e ir armando un banco de proyectos. Lo que funciona con pocos recursos se replica, y lo que no, pues no. Y necesitamos un ejército de pequeños ejecutores de proyectos.

Es momento de que el Perú se tome la regulación en serio

Hemos confundido al libre mercado por impunidad empresarial. Yo creo que simplemente por una lógica de retornos variados, la idea que algunas empresas pueden crecer muy rápido, el libre mercado lleva a empresas que concentran mucho poder de mercado. Así, tenemos una situación donde las empresas más grandes van comprando a las más chicas. Eso nos lleva a ganancias de eficiencia, pero en un momento pasa a generar poder de mercado. Hemos terminados con sectores donde hay una altísima concentración.

Esto es un problema también en Estados Unidos ahora mismo y hay mucho debate al respecto — recomiendo el libro de Thomas Phillipon. En Estados Unidos, al igual que en el Perú, hay el temor que la concentración lleve también al control político de las instituciones — lo que George Stigler llamó, el control del regulador.

El ejemplo más palpable es el sistema financiero: Los cuatro bancos más grandes concentran cerca del 80% del mercado. A su vez, están o han estado vinculados a empresas de seguros, fondos de pensiones, agencias de bolsa, etc. Su estructura accionarial está concentradísima y tiene grupos industriales vinculados. Las quiebras de bancos en los noventa son un buen ejemplo de qué problemas podrían venir. Simplemente, no puede ser bueno tanta concentración porque nos expone a un riesgo sistémico muy alto. De similar preocupación es la concentración en otros sectores: medios de comunicación o lácteos, pero por otros motivos obviamente.

Encuentro que es imperativo desarrollar una autoridad regulatoria y de defensa al consumidor más fuerte, y más rápida. Creo que que el Estado debe tomar un rol activo otorgando permisos para las fusiones de empresas arriba de cierto monto. Por ejemplo, ¿alguien evaluó la concentración del sector farmacéutico?

Creo que debemos armar una autoridad regulatoria autónoma altamente competitiva. No tenemos suficientes especialistas en el tema, pero sí los hay en todas partes del mundo. Los abogados y economistas se pueden importar.

Dos anécdotas finales

Hace dos años, el economista Argentino, Iván Werning, a quien admiro, me preguntó por que el Perú venía haciendo las cosas bien y no así la Argentina. Mi repuesta instintiva fue que veníamos bien en lo macroeconómico pero fallabamos en todo lo demás. Y le dije que todas las elecciones pasadas en Perú eran una muestra de ello. Y que nos salvamos por poco. Las posturas demagógicas de campaña siempre ganaron las elecciones, pero por milagro se disipaban a la hora de hacer gobierno. Era sólo cuestión de tiempo, el tener un gobierno populista. Argentina en cambio venía completamente fragmentada socialmente, con discursos de ellos y nosotros, y que el Perú podía entrar en ese camino. Veremos si no me equivoqué en el discurso de este 28 de Julio que viene.

Un poco antes, Tomás Sargent, mi asesor de tésis y amigo, quien ganó el Nobel de economía, regresó de un viaje al Perú. Tom quería escribir algo juntos sobre porqué Argentina revirtió todas sus reformas de los noventas mientras que en el Perú y Chile perduraron. No se escribió ese trabajo porque nunca nos pusimos de acuerdo. Por suerte no se escribió: estaría completamente desfasado en este momento en el que el Perú y Chile están por revertir todas las reformas de los noventa.

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Written by SAKI BIGIO

Saki Bigio is a Professor at the Department of Economics of UCLA.

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